El tratamiento de la diabetes tiene como base fundamental el régimen dietético, que puede ser lo único necesario para un correcto control o puede constituirse en el complemento obligatorio de cualquier tipo de medicación que se aconseje una vez diagnosticada la diabetes.
Con respecto a la dieta, se trata de mantener una alimentación equilibrada con bajo o nulo consumo de azúcares de digestión y absorción rápida (evitar: pasteles, dulces, algunas frutas, refrescos azucarados). La distribución de los carbohidratos debe ser realizada regularmente en al menos 4 a 6 comidas diarias.
Un aliado ideal a una alimentación correcta es un cambio en los hábitos de vida, con la adopción de horarios y tiempos para la alimentación, el descanso y el esparcimiento pero fundamentalmente con la inclusión de una actividad física aeróbica acorde a las características personales de cada uno.
En cuanto a la medicación propiamente dicha existen fundamentalmente dos tipos de fármacos que se usan para el control de la enfermedad: los antidiabéticos orales y la insulina. En principio, la insulina es una droga utilizada por diabéticos menores de 40 años, mientras que los hipoglucémicos orales los utilizan personas que han desarrollado la diabetes después de esta edad, aunque hay excepciones a esta regla.
Como su nombre indica, los pacientes con DMID requieren insulina, y aquellos con DMNID pueden o no requerir medicación. De todas formas, en todos los diabéticos, el factor más importante en el uso y dosis de los medicamentos es la voluntad individual de seguir la dieta y los ejercicios. Es importante que se controle la tensión emocional, ya que reducen el riesgo de desarrollar diabetes y mejoran su estado general de salud.




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